diumenge, 16 d’octubre del 2011

Diaghilev i la xusma



“De momento hablaré de Diáguilev, pues mi estrecha colaboración con él durante este primer proyecto [L'ocell de foc, 1910] no tardó en revelarme la verdadera sustancia que ocultaba esta gran personalidad. Lo que más me sorprendió de entrada es el grado de resistencia y tenacidad que alcanzaba en la consecución de su objetivo. Trabajar con él era aterrador y tranquilizador a la vez, pues su fuerza era excepcional. Aterrador porque cada vez que surgían discrepancias de opinión, la lucha que emprendíamos era dura y cansada. Tranquilizador porque con él se aseguraba un buen final cuando estas divergencias se producían.

Otro de sus atractivos era la calidad de su inteligencia y de su mentalidad. Poseía un olfato fuera de serie y una facultad extraordinaria para asimilar de inmediato la frescura y la novedad de una idea y de precipitarse hacia ella con entusiasmo sin pensárselo. Con eso no quiero decir que careciera de raciocinio. Al contrario, lo tenía bien implantado, como su cuerdo espíritu, y si a menudo cometía errores o incluso locuras era porque se dejaba llevar por la pasión y el temperamento, las dos fuerzas que predominaban en él.

Al mismo tiempo su personalidad era grande y generosa, exenta de todo cálculo. Si calculaba, significaba que estaba sin blanca. En caso de que estuviera boyante se convertía en el derrochador más grande, consigo mismo y con los demás.

Un rasgo curioso de su mentalidad era su extraña indulgencia con la relativa honestidad de algunas personas de su entorno, incluso cuando era él la víctima, por más que este defecto se viera compensado por otras cualidades. Pues lo que más detestaba era la banalidad, la incapacidad, la falta de savoir-faire, en una palabra: detestaba y despreciaba a la chusma. Cosa rara, la habilidad y elegancia de este hombre tan inteligente se caracterizaba claramente por un fondo de ingenuidad infantil. No era nada rencoroso. Cuando alguien lo engañaba, no lo quería reconocer y simplemente decía: “¿Qué hay de malo? ¡Se está defendiendo!”. *

[Foto de Tamara Karsavina i Adolph Bolm a L'ocell de foc, 1910. Font: V&AM]

* Stravinski, Ígor. Crónicas de mi vida. Traducción de Elena Vilallonga Serra. Barcelona: Alba, 2005. (Trayectos; 70). 203 p. ISBN: 84-8428-252-X. P. 41-42.


Diaghilev i Stravinski. [Foto:V&AM]

L'exposició Els ballets russos de Diaghilev, 1909-1929: quan l'art balla amb la música, al Caixaforum de Barcelona fins el 15 de gener de 2012, mostra la importància del treball d'aquest gran productor que, amb la seva companyia de dansa i sent un home de mentalitat absolutament moderna, es va saber envoltar de músics, coreògrafs i artistes plàstics del seu temps. El muntatge que arriba del Victoria & Albert Museum de Londres és espectacular. Des del més petit programa de mà, passant pel vestuari dels ballarins exposat en grans vitrines (i malgrat que el pas del temps l' ha deixat una mica descolorit), a les escenografies més trencadores... tot va marcar un punt i apart que sovint començava amb estrepitosos fracassos, xiulets, escàndols i molta incomprensió, però que gràcies a la perseverança de visionaris com Diaghilev, mai no va decaure, convertint-se en l'avantguarda que revolucionaria l'art de començaments del segle XX.

[TorontoTV: Igor Stravinsky: L'oiseau de foc]


3 comentaris:

Samedimanche ha dit...

Fora la xusma!! (M'encanta la paraula xusma...;D)

littleEmily ha dit...

No sóc gaire de dansa (gens) però el que he vist m´ha captivat. Vestits, programes de ma... per què m´agraden tant aquestes coses?

Toronto ha dit...

Samedimanche: en lugar de "viva" pon "fuera" y en lugar de "gente" pon "chusma"... y cantemos: fuera la chusma, la hay donde quiera que vas!
littleEmily: doncs si vas a veure l'expo i et deixes portar per l'entorn segur que també se te'n aniran els peus! Vinga: un, deux, trois, relevé... et grand plié!