"y, repentinamente, ante el asombro del
señorito Iván, una grajeta se desgajó del enorme bando y picó en
vertical, sobre ellos, en vuelo tan vertiginoso y tentador, que el
señorito Iván, se armó, aculató la escopeta y
la tomó los puntos, de arriba abajo como era lo procedente, y el
Azarías al verlo, se le deformó la sonrisa, se le crispó el
rostro, el pánico asomó a sus ojos y voceó fuera de sí, ¡no
tire, señorito, es la milana!
pero el señorito Iván notaba en la
mejilla derecha la dura caricia de la culata, y notaba,
aguijoneándole, la represión de la mañana y notaba, asimismo
estimulándole, la dificultad del tiro de arriba abajo, en vertical
y, aunque oyó claramente la voz implorante del Azarías, ¡señorito,
por sus muertos, no tire!
no pudo reportarse, cubrió al pájaro
con el punto de mira, lo adelantó y oprimió el gatillo y
simultáneamente a la detonación, la grajilla dejó en el aire una
estela de plumas negras y azules, encogió las patas sobre si misma,
dobló la cabeza, se hizo un gurruño, y se desplomó, dando
volteretas, y, antes de llegar al suelo, ya corría el Azarías
ladera abajo, los ojos desorbitados, regateando entre las jaras y la
montera, la jaula de los palomos ciegos bamboleándose ruidosamente
en su costado, chillando, ¡es la milana, me ha matado a la milana!
y el señorito Iván tras él, a largas
zancadas, la escopeta abierta, humeante, reía, será imbécil, el
pobre, como para sí y, luego elevando el tono de voz, ¡no te
preocupes, Azarías, yo te regalaré otra! pero el Azarias, sentado
orilla una jara, en el rodapié, sostenía el pájaro agonizante
entre sus chatas manos, la sangre caliente y espesa escurriéndole
entre los dedos, sintiendo, al fondo de aquel cuerpecillo roto, los
postreros, espaciados, latidos de su corazón, e, inclinado sobre él,
sollozaba mansamente, milana bonita, milana bonita, y, el señorito
Iván, a su lado, debes disculparme, Azarías, no acerté a
reportarme ¡te lo juro!, estaba quemado con la abstinencia de esta
mañana, compréndelo, mas el Azarías no le escuchaba, estrechó aún
más el cuenco de sus manos sobre la grajera agonizante, como si
intentara retener su calor, y alzó hacia el señorito Iván una
mirada vacía ¡se ha muerto! ¡la milana se ha muerto, señorito!"
Miguel Delibes. Los santos inocentes,
1981.
Molts de vosaltres ja sabreu què li va
fer Azarías al señorito Iván per haver-se carregat a la milana
bonita. Del lament d'Azarias per la pèrdua de la milana, Guadalupe
Plata n'han fet, treinta anys després de la novel·la de Delibes i
de la pel·lícula de Mario Camus, un blues que també posa els pèls
de punta: Milana.
GUADALUPE PLATA
Guadalupe Plata
(Everlasting Records / Popstock! 2013)
+ Escolta el disc sencer, autèntic
blues amb denominació d'origen d'Úbeda, Jaén, al bandcamp de
Guadalupe
plata
[Dibuix: NatureGate]
4 comentaris:
Molt bo! I què interesant agafar com a referència una novel·la que, en certa manera, ja és un blues.
Hola Enric,
El blues dels esclaus d'una Espanya negra, negríssima, on Azarías, que és el més curt, esdevé l'heroi!
A la lletra ("No sabía que la mataba/hasta que vi la que la enterraba") em sembla que hi ha cert sentit de l'humor, com de broma privada al veure la pel·lícula... no ho sé, em sembla a mi, potser m'equivoco.
Molt bo!! M'agrada molt, això que dieu que la novel·la és un blues.
Doncs avui, Jordi, ho he explicat a un amic i ha entés que deia un bluf enlloc d'un blues! Jajaja!
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